Acto Oficial de Consagración a la Inmaculada
Redactado por San Maximiliano Kolbe
OH INMACULADA, Reina del Cielo y de la tierra, Refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima, a quien Dios quiso confiar la entera economía de la misericordia, yo (nombre), indigno(a) pecador(a), me postro a tus pies, suplicándote humildemente que quieras aceptar todo y completamente como cosa y propiedad tuya, y que hagas lo que te agrade de mí, de todas las facultades de mi alma y de mi cuerpo, de toda mi vida, muerte y eternidad.
Haz de mí y de todo mi ser lo que tú quieras, sin reserva alguna, para que se cumpla lo que fue dicho de ti: “Ella te aplastará la cabeza” (Gn 3,15), como también: “Tú sola destruiste las herejías en el mundo entero” para que en tus manos inmaculadas y misericordiosísimas yo llegue a ser un instrumento útil para injertar e incrementar lo más fuertemente posible tu gloria en muchas almas extraviadas e indiferentes y para extender, de ese modo, lo más que sea posible, el bendito Reino del Sacratísimo Corazón de Jesús En donde tú entras, obtienes la gracia de la conversión y de la santificación, ya que toda gracia fluye, a través de tus manos, del Corazón dulcísimo de Jesús hasta nosotros.
Sacerdote: Concédeme que te alabe, Oh Virgen Santísima.
Todos: Dame fuerzas contra tus enemigos.
La oración de la Medalla Milagrosa
OH MARÍA, concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti y por cuantos a ti no recurren, en especial por los enemigos de la santa Iglesia y por aquellos que te son encomendados.